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Luis Enrique Plasencia Calvanapón
Trujillo, La Libertad, Peru
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Dukry: un aporte a la literatura infantil liberteña

lunes, 23 de noviembre de 2009


DUKRY, EL GRAN REGALO PARA LOS NIÑOS EN NAVIDAD
Mahatma Ghandi, el gran voluntario de la paz decía que una sociedad es juzgada por cómo trata a sus animales. Desde ese punto de vista, nuestra sociedad podría considerarse sanguinaria y estúpida.
No hace mucho, en uno de los parques cercanos a mi casa, aparecieron decenas de gatos y perros asesinados vilmente para que no defecaran sobre el grass. Por esas mismas fechas, la Asociación Amigo Fiel envió un correo en el que se adjuntaban fotografías de varias perritas asesinadas, también, envenenadas. La única diferencia entre ambos casos fue que mientras los primeros eran animalitos sin casa, los segundos tenían un hogar transitorio, a la espera de la adopción definitiva.
En la red se mostraban alucinantes videos en los que animales de fino pelambre eran despellejados vivos y luego dejados tirados por ahí para que esperaran la lentitud arrogante del dolor y la muerte mientras que en alguna tienda fashion, damas de alcurnia pagaban sumas de fábula por esas pieles fascinantes. También se promocionaba el boom de la comida “viva” en la que cocineros orientales presentaban platillos hechos con animales cocinados sólo en parte. Es indescriptible la sensación que produce ver un pescado sumergiéndose en caliente aceite y después adornado con salsas y verduras mientras sus ojos mostraban la desesperación de un sacrificio sin razón y un sufrimiento sin límites. Lo raro del asunto era que los espectadores aplaudían enloquecidos al ver que después de frito en su mitad inferior, el pez boqueaba desesperado.
Felizmente, la literatura presenta una larga lista de ejemplos en los que ésta ha servido para ubicar a los animales en su real dimensión, a veces más humana que nosotros mismos.
Además de Esopo, Iriarte  y Samaniego, los fabulistas han ido mostrándonos que sin los animales, los seres humanos seríamos más bestias y menos hombres. Platero, el asno de Moguer, nos mostró que a veces la realidad puede transmutarse y podemos vernos a los ojos de otro tal como ellos se verían en los nuestros. tú no puedes ver desde la azotea como yo, no ves el atardecer como yo, a las personas en la laguna jugando, ni a la vecina lavando la ropa o a la niña de al frente arreglándose, no puedes ver nada desde aquí, pero para eso estoy yo aquí para contártelo, le dice el poeta niño al entrañable Platero. Antes, mucho antes, el fiel Argos es el único que reconoce a Odiseo a pesar de su identidad cambiada a causa de muchos años de ausencia. Del mismo modo, Babieca, Rocinante y hasta el inefable Cerbero, siempre fueron los compañeros de toda la vida (y toda la muerte) de los personajes más recordados de nuestra humanidad.
Un poco más cerca, jamás podremos separar del corazón la historia compartida con Wanka, Zambo y Pellejo en un mundo hambriento de justicia y equidad. Asimismo, asistimos acongojados a compartir la desventura de El Caballero Carmelo y, pasmados, nos escarapelamos con las desgraciadas ovejas de las páginas de Rodoble por Rancas. Desde otro ángulo vemos las manchas negras, como gafas, alrededor de los ojos de Wayra, el perro que acompaña a Rosa Cuchillo en el más allá mientras ésta se dirige hacia el Hanaq Pacha, el paraíso, según la mitología andina.
En el ámbito local, siempre resulta delicioso seguir las aventuras de Sultán, el personaje creado por Carlos Sánchez Vega para mostrarnos, entre otros, el tema de la migración del campo a la ciudad. No podemos olvidar, tampoco, al compadre Patruco, el genial equino que nos acerca a la raíces de la amistad, en su estado más puro.
Hoy, para regocijo nuestro, un nuevo espécimen se suma a los pocos mencionados en las líneas precedentes: Dukry, el perro-vaca de Historias de Mascotas, ópera prima de la profesora Ruby Ángeles León, quien a través de casi un centenar de páginas nos transporta por los entretelones de una historia común pero fascinante: el encuentro feliz de un anheloso y tierno niño y un abandonado y cariñoso perro que unirán sus vidas para llenar de alegría a toda la familia y que, a la vez, fortalecerá la autoestima y la buena conducta de Ignacio, un niño de ocho años que empieza a descubrir el mundo desde una óptica muy optimista. Precisamente, Dukry es el regalo tan esperado por Ignacio para la fiesta de navidad, la misma que, en esta época de consumismo ha perdido la esencia misma de su origen: el amor.
Además de una extraordinaria dosis de ternura, Ruby Ángeles nos hace partícipes de una visión de la realidad que, pareciera, es cada vez menos recurrente en estos tiempos: la unidad familiar y la convivencia saludable entre personas y animales, la misma que puede –y debe- convertirnos en personas menos agresivas y solitarias y, por tanto, con una idea más saludable del medio que nos rodea y cuyo cuidado, más allá de un acto altruista, es el punto de partida de una existencia saludable y feliz.
Aunque la autora dice que su intención era la sola recordación de las aventuras de su hijo, lo cierto es que, más allá de los yerros casi imperceptibles de forma, Historias de Mascotas se presenta como una alternativa muy saludable que ayudará a nutrir la escasa producción literaria dirigida a los niños de nuestra región.
Así pues, además de Dukry, en las páginas de libro habita Tortol, una charapa arrancada de su hábitat para ser comercializada ilegalmente en la ciudad. En su cautiverio, Tortol conoce a  Filo, un simpático cangrejo con quien establece una simpática simbiosis que será brevemente interrumpida cuando sean comprados, sucesivamente, por la familia de Ignacio. Finalmente, Tortol, renombrada ATNEL, y Filo son amorosamente devueltos a su hábitat en el que encuentran el renacimiento de la libertad.
Acudamos pues a esta hermosa aventura.
La cita será este martes 24 de noviembre a las 7.30pm en la Casa de la Emancipación. Ángel Gavidia Ruiz será el encargado de presentar Historias de Mascotas.

Publicado por Luis Enrique Plasencia Calvanapón en 7:54 1 comentarios  

Etiquetas: Ruby Ángeles: Historias de mascotas.

Historias de un zorro

jueves, 19 de noviembre de 2009



FIC, LA CALIDAD LITERARIA QUE UN VIENTO ZORRO SE LLEVÓ
Cuando Jorge Tume escribió Cuentista del desierto, lo hizo con la esperanza de convertirse en un gran escritor. Pero cuando escribió Fic y la rebelión de los niños, no sé si era consciente que la literatura requiere más que meter palabras en una bolsa de papel.

Su primer libro se vendió como pan caliente, especialmente en los colegios donde él trabaja. Pero cuando anunció, muy orondo, que su libro iba a ser lectura obligatoria en el tercer grado de primaria, francamente, me dio un escalofrío. Porque una cosa es que los profesores que exigen la lectura de ciertos libros estén en el limbo y otra muy diferente que un escritor sea cómplice de una aberración.

Entonces, Jorge prometió escribir un libro para niños.

Tres días después se jactaba, ya, de haber escrito un extraordinario libro en un tiempo muy corto. Y al mes siguiente ya estaba publicado y presentado. Y justo hoy lo tengo frente a mí y me sigue dando el mismo escalofrío.

En la página 9 del libro en mención se lee: Su casa, era una cueva amplia y ordenada: tenía una puerta muy bien disimulada entre las plantas de zapote. La pequeña residencia tenía forma de bota (…) La primera rareza del libro es esa coma que antecede a la forma verbal era. Es la “coma criminal”, según don Jorge Chávez Peralta. Criminal porque mata la entonación y la destruye completamente. La segunda rareza, por supuesto es el poder de transformación de la casa que es amplia y pequeña, al mismo tiempo y en un mismo párrafo.

En la misma página, tercer párrafo, dice: La familia de Fic permanecía en casa solo durante la siesta, por las noches y cuando se presentaba algún peligro. La mayor parte del día, por lo tanto, permanecían fuera (…) La familia permanecía ¿solo o sola? O ¿permanecía sólo –solamente- durante la siesta…? Y, la familia ¿permanecían fuera la mayor parte del día? ¿No es “familia” un sujeto en número singular?

El párrafo que sigue arranca así: Rodeaba la casa de Fic, un campo hermoso. Ellos vivían cerca a unas colinas de arena blanca (…) ¡Qué forma tan romántica de destrozar la gramática! Y ¿no hubiera sido mejor decir duna o médano en vez de colina? Sobre todo porque en la contraportada se lee: Fic ─un zorrito muy inquieto─ vivía alegremente entre pájaros, árboles y arena blanca, mientras que en la página  16 podemos leer: Fic se acomodó en la tierra fresca y la ardilla Fany empezó su narración (…) ¿arena o tierra? En el contexto, estas dos palabritas aluden a dos cosas muy diferentes: el desierto y el bosque. Además, el zapote es un árbol que crece no precisamente en los desiertos.

El segundo párrafo de la página 10 dice: Como toda nuestra vida está llena de sueños, Fic tenía uno (…) Una relación sintáctica interesante para cualquier generativista de épocas modernas, sin duda.

Cuando Fic hubo partido, Un canario trinó anunciándole la partida (Pág. 14). Este canario anuncia algo que ya pasó.
Y, para avanzar, en la página 23 podemos leer: Fic había corrido mucho y llegó hasta él, sin saber cómo cruzarlo, era verano: estaba repleto; arrastraba palos y rugía como un animal herido. Y, más abajo: Tuvo tan mala que no cayó sobre las ramas sino en las turbulentas aguas del río. Debemos suponer que la mala era la suerte o, tal vez, el Alzheimer.
Y el libro sigue así, con gruesos errores ortográficos, de concordancia y de estructura gramatical.
Además, hay algunos otros elementos que no concuerdan o que no están dentro de los parámetros de la literatura infantil.
Uno de ellos es el machismo. Cuando Fic decide hacer cosas por sí mismo, mientras la madre se opone, el padre, en su función de macho, desdeña la autoridad materna y apoya al hijo, macho también: ¡Ya, ya!, Tutu, no aturdas al pequeño con tus enrevesados pensamientos ¡ve hijo, ve! (Pág. 13).
Otra de las situaciones contradictorias la constituye la acción de la desobediencia a los padres. Ésta se celebra o se reprende, según el devenir de la historia y no de acuerdo a una meta concreta. Así, Fic se evade del hogar y sólo se acuerda de la desobediencia cuando está en peligro. Al final, sin embargo, la suerte siempre termina por favorecerlo y siempre termina por salir triunfante ante el peligro.
Ese es el hilo argumentativo, por ejemplo, de El bagrecico, de Izquierdo Ríos, aunque las diferencias de calidad y estilo anulan cualquier posible acercamiento entre ambas narraciones. De todos modos, a largo de muchas páginas, Tume hace desesperados esfuerzos por acercarse a este clásico de la literatura peruana.
Y hasta los niños-personajes, al entonar aquella vieja canción infantil, dicen Vaca Sagrada, en vez de salada, que es la versión oficial. ¿Será esa una manifestación de megalomanía inconclusa? ¿O un inconsciente afán de apropiación o expropiación?
En resumen, ahora no me cabe ninguna duda que el escritor Tume hizo su libro en menos de tres días. No estará en el libro de récords seguramente, pero entrará por la puerta grande en el mundo de las lecturas infantiles, sobretodo porque ya se está vendiendo como “un gran libro para niños”.
Y luego nos incomoda el hecho de que tengamos los casi peores alumnos lectores en el mundo. En el mundo en que todo se compra, todo se vende. Libre mercado, que le llaman.


Fic y la rebelión de los niños
Ediciones Altazor, 2009.



Publicado por Luis Enrique Plasencia Calvanapón en 14:05 0 comentarios  

Etiquetas: Jorge Tume: zorro del desierto

GERSON RAMÍREZ O EL ARTE DE CONTAR DESDE TRUJILLO

domingo, 15 de noviembre de 2009


GERSON RAMÍREZ: HISTORIAS DE ESTE TIEMPO


Alguna vez, en lo mejor del chifa de cinco soles de la calle Junín, Gerson Ramírez interrumpió la charla que llevaba a ninguna parte para sacar su cuaderno de notas y ordenar, sin displicencias: ¡escuchen este cuento!

Y todos, sin remedio, sabíamos ya que iba a liberar a uno de sus personajes desgarbados. Por eso se detuvieron los maxilares y escuchamos, sin chistar, alguna de las historias que no llegaron a tiempo para incorporarse a las páginas de Los intrusos.

Pero Gerson posee un sobrenatural don para atraer historias. Así que aquellas que se quedaron sin lugar en su primer libro aparecen ahora con el singular Cenaremos en Madrid y otros cuentos, libro bellísimo y exuberante, a la vez que sencillo y desenfadado, colmado, una vez más, de la magia que crea la palabra cuando es capaz de incorporarnos, de incógnita, a la lista misma de actores sin que, casi, nos demos cuenta.

Y es que esta nueva entrega nos envuelve a todos en la atmósfera de un universo narrativo pocas veces visto en la literatura peruana. Las criaturas del libro no son otras que los habitantes de un mundo que se acerca, cada vez más, a lo sombrío, no sin antes brindar una perspectiva, entre gris y oscura, de un devenir entrópico, en el que, otra vez, la imaginación burla fácilmente a la realidad para sentarnos en el diván de nuestra propia desesperanza. Aunque pareciera ser que, todavía, no todo está perdido porque nada se ha ganado, incluso después del delirio.

El cuento que da el nombre al conjunto, por ejemplo, narra la historia de un ex policía que tiene todo listo para viajar a Madrid, donde lo espera, además de la dulce lejanía de un país sin futuro y con negros recuerdos, su esposa y su hijo. Horas antes de su partida definitiva, añora la vuelta a la casa paterna en la ciudad de Piura, al mismo tiempo que prevé una cena familiar y deliciosa con la familia de la que ha estado separado muchos años. Sin embargo, a última hora, decide quedarse porque ha encontrado ya otra mujer que mitiga sus penas y, a través del pasaporte falso de esperanzas que arroja al mar desde el muelle de Huanchaco, muestra la esencia misma de una de las claves de la sociedad moderna: la diáspora familiar que puede deberse tanto a las inmensas necesidades económicas como a las nefastas consecuencias de la reciente guerra interna que puso en jaque nuestro débil sistema institucional.

Todo esto, a través de una prosa limpia y segura, con la palabra justa y la extensión muy bien medida, lo que invita a una deliciosa lectura y a más de un segundo paseo sobre las páginas que parecieran una especie de juegos de espejos dispuestos para que seamos nosotros mismos los que podamos vernos reflejados, cómica o siniestramente, en medio de una realidad harto obtusa; ya sea persiguiendo a la primera chica de nuestra vida que finalmente sería de otro, recorriendo con terror los primeros días de una profesión escogida por accidente, rememorando la esencia de los encuentros con vicisitudes como la procreación o recorriendo las vidrierías de un sistema que obliga a vestir de pasmo y penumbra.

En suma, creo sinceramente que no está lejana la descollante aparición de un escritor que trace la nueva literatura urbana de este país tan personaje de su propia literatura. No sólo porque Gerson Ramírez es un escritor a carta cabal (sus lectores damos fe de eso), sino porque su estilo y la temática de su obra abarca de manera decidida y cabal la disección de la neomodernidad a la que asistimos para recordarnos que nuestra humanidad aún nos pertenece y que los libros siguen siendo el camino más seguro que debe llevarnos a justificar el devenir nuestro de cada día: el ser hombre; el ser la vida misma.

Por ello, este 19 de noviembre a las 7.30pm, la Alianza Francesa de Trujillo abre sus puertas para que el Poeta Mundial (radicado en Trujillo) Bethoven Medina y el Ilustre Maestro y profesor universitario Juan Villacorta Vásquez, acompañen a nuestro amigo Gerson Ramírez en la presentación oficial de Cenaremos en Madrid y otros cuentos, libro que, sin exagerar un ápice, es la segunda producción de un escritor que está construyendo una de las nuevas voces de la literatura de esta parte del mundo.

Publicado por Luis Enrique Plasencia Calvanapón en 20:23 1 comentarios  

Etiquetas: GERSON RAMÍREZ: Cenaremos en Madrid y otros cuentos

Ciro Alegría: la historia ancha pero propia

viernes, 6 de noviembre de 2009


CIRO ALEGRÍA MIENTRAS ESPERABA SER FUSILADO
Eduardo González Viaña (Extraído de El Correo de Salem)

La más importante novela indigenista de América – “El mundo es ancho y ajeno” (1941) fue escrita por un peruano, Ciro Alegría, quien unos años antes había sobrevivido a una matanza, había esquivado un pelotón de fusilamiento, había pasado varios años en la cárcel, había sido desterrado después y la mayor parte de su vida no pudo regresar a su patria debido a que una sucesión de dictaduras se lo impidió siempre.
La Nochebuena de 1931, Ciro Alegría, entonces un muchacho de 22 años, fue al local del Partido Aprista en su ciudad de origen, Trujillo, para colaborar en el reparto de alimentos para los niños pobres. Lo acompañaba su amigo, el pintor Mariano Alcántara que más o menos tenía su misma edad.
El APRA era un movimiento político y social que había insurgido hacía pocos años para realizar grandes cambios estructurales y proponer la unión de los países hispanoamericanos contra el imperialismo de los Estados Unidos. En lo agrario, Víctor Raúl Haya de la Torre, su líder, proponía la expropiación del latifundio, un vestigio feudal en el cual el hacendado era señor de las vidas y destinos de sus indios.
Unas horas después de la repartición de aguinaldos, Ciro y Mariano bebían con otros compañeros el tradicional chocolate caliente de esa noche. Al joven escritor le llamaron la atención los ojos de una bella compañerita y la invitó a salir a pasear por la colindante Plaza de Armas de Trujillo, la más grande del Perú. Eso le salvaría la vida.
Cuando faltaban unos minutos para la medianoche, un camión con soldados estacionó frente al local del partido. Los recién llegados portaban ametralladoras. Algunos se apostaron frente a la puerta. Un grupo de ellos penetró en el local haciendo disparos a diestra y siniestra. Hubo decenas de muertos. La mayoría de aquellos eran, por cierto, niños y amas de casa.
Por su parte, Mariano Alcántara, cansado de esperar a su amigo, se había echado a dormir bajo el escritorio de la oficina administrativa. Cuando entraron los soldados disparando, creyeron que una de sus ráfagas lo había liquidado. Fue él quien muchos años después, en nuestro Trujillo me contaría la historia.
En julio del año siguiente estallaría en esa misma ciudad una revolución que estaba destinada a ser el punto de partida de una formidable insurgencia social en el Perú. Es normal que el joven universitario Ciro Alegría participara en ella. Los rebeldes tomaron el cuartel de la ciudad y por una semana instalaron un gobierno popular. Sin embargo, las fuerzas armadas sitiaron Trujillo por aire, mar y tierra y, después de muchos desiguales combates, aplastaron la rebelión. Miles de trujillanos fueron fusilados sumariamente frente a los paredones de la antigua ciudad pre-hispánica de Chan Chan.
Ciro pudo ser uno de ellos, pero la muerte aún no lo tenía en sus listas. Luego de andar perseguido a saldo de mata, fue finalmente apresado. Un tribunales marcial decidieron su ejecución. En la cárcel, esperó durante meses que se cumpliera la fatídica sentencia.
Cuando lo conocí, varias décadas más tarde, Alegría me contó que allí, entre sueños y en medio de las cuatro paredes carcelarias, había visto a Rosendo Maqui y a los diversos personajes de su épica novela “El mundo es ancho y ajeno”. “Me moría de ganas de salir de allí para escribirla”.-me dijo.
En la obra, publicada nueve años más tarde, los indios de una comunidad andina tienen que afrontar la invasión de sus tierras por el latifundista a quien protegen las fuerzas armadas y las leyes de la república. Sólo la naturaleza que les confiere misticismo y una tremenda resistencia ancestral harán que la comunidad india persevere en su lucha. Ganadora de un premio internacional y publicada en 1941, esa novela significaría también el primer ingreso de la figura del indio en la literatura peruana. Antes de que ella se publicara, los indios no habían sido considerados dignos de entrar en las páginas todavía coloniales de los autores peruanos.
A Ciro le fue conmutada la pena de muerte por una prisión que padeció algunos años para luego exiliarse en Chile. En ese país serían editadas “La serpiente de oro” (1935) y “Los perros hambrientos” (1939). “El mundo es ancho y ajeno”, publicada en casi todas las lenguas, se convertiría después en una novela mundial.
Ni siquiera la fama conquistada por esos hechos pudo servirle para volver a su país. Sucesivas dictaduras se lo impidieron o hicieron del Perú un lugar muy peligroso para el novelista quien por fin se fue a los Estados Unidos y se dedicó allí a la cátedra universitaria.
Tras un largo exilio y después de varias décadas, regresó. Un ataque fulminante al corazón acabó con su vida en 1967. No lo habían hecho desaparecer la ametralladora de los irracionales, tampoco los azarosos años de la persecución y el martirio, ni la posibilidad de ser fusilado. Tampoco lo conseguiría la muerte porque en estos días sus lectores estamos celebrando el primer centenario de su nacimiento y la eternidad de los personajes que él reveló ni la novela que pensó mientras esperaba ser fusilado.

Publicado por Luis Enrique Plasencia Calvanapón en 10:13 0 comentarios  

Etiquetas: Ciro Alegría: peruano del mundo ancho y ajeno

Máxima condecoración del país para un escritor con norte humano


GONZALEZ VIAÑA, MEDALLA DE HONOR DEL CONGRESO

La Medalla de Honor del Congreso del Perú en el grado de Gran Cruz va a ser conferida al escritor Eduardo González Viaña en ceremonia que se realizará en esa sede legislativa el jueves 26 de noviembre a las 6.30 de la tarde. Es la mayor condecoración de ese poder del estado. El autor, quien viene de Estados Unidos para ello, ofrecerá una conferencia en el mismo lugar.
María del Pilar Tello, presidente del directorio de “El Peruano” y Fidel Ramírez Prado, Rector de la Universidad Alas Peruanas serán encargados presentarlo. Luis Alva Castro, presidente del Congreso del Perú, le entregará la condecoración.
Autor de unos treinta títulos, catedrático en los Estados Unidos, Premio Internacional de Novela en ese país, Premio Nacional de Cultura del Perú, Premio Internacional Juan Rulfo de narrativa, Miembro Correspondiente de la Academia de la Lengua, entre otros de sus galardones, González Viaña ha expresado en sus obras la esforzada y milagrosa epopeya de la inmigración hispanoamericana en los Estados Unidos.
Eduardo González Viaña entregó hace poco la primera novela biográfica acerca del poeta César Vallejo, su paisano y, como él, estudiante de la Universidad Nacional de Trujillo. Con el hasta ahora casi desconocido expediente judicial a la mano y una serie de cartas inéditas, el autor recreó la espantosa experiencia carcelaria del mayor poeta peruano así como el encanto sin límites de una vida fascinante.
Su novela El corrido de Dante es considerada como un clásico de la inmigración en Estados Unidos. En menos de dos años, ese libro (Arte Público, USA, 2006) ha tenido cinco ediciones en países e idiomas diferentes. En castellano e inglés, en Texas, Estados Unidos. En italiano, en Siena. En marzo del 2008, apareció la edición española, en Alfaqueque y en agosto, la latinoamericana, en Planeta.
Por ese libro, en julio del 2007, González Viaña obtuvo el Premio Latino Internacional de Novela de los Estados Unidos en un evento muy comentado por la crítica norteamericana en el que el segundo premio fue compartido por las reconocidas novelistas Gioconda Belli e Isabel Allende.
El autor publica cada semana “El Correo de Salem”, una columna periodística que aparece simultáneamente en decenas de diarios de América y en “La Nueva España”. Además de una vibrante defensa de los inmigrantes, esa columna intenta ser una radiografía de la vida norteamericana.
Orador fascinante, se descuenta que su presentación llenará el tradicional hemiciclo del Senado. Este mismo año, Gonzalez Viaña congregó multitudes en la Biblioteca Nacional, y el local de la Asamblea Nacional de Rectores, entre otros. La entrada es libre previa presentación del DNI.

Publicado por Luis Enrique Plasencia Calvanapón en 9:56 0 comentarios  

Etiquetas: Eduardo González Viaña: Invasor de corazones

Ciro vive

miércoles, 4 de noviembre de 2009


UN NUEVO SIGLO DE CIRO

Hoy comienza el segundo siglo de ese gigante de la literatura del Perú y de América Latina que fue Ciro Alegría.
Ciro nació el 4 de noviembre de 1909 en la hacienda Quilca de su familia, en Huamachuco, provincia de Sánchez Carrión, La Libertad. A los siete años fue a vivir en la hacienda Marcabal Grande, que era de su abuelo. A los nueve años de edad recorre los andes a caballo, para estudiar en el Colegio San Juan de Trujillo, donde fue alumno de un personaje inolvidable: César Vallejo.
En el colegio secundario funda más tarde un periódico e inaugura una trayectoria periodística. Memorable es el reportaje en el cual el adolescente Ciro se disfraza de médico para entrevistar a un preso político apaleado e incomunicado.
Fue uno de los jóvenes intelectuales que se incorporaron al Apra en la etapa naciente. En La Tribuna escribía una columna en la que sostenía claras posiciones antioligárquicas y antiimperialistas, incluso atisbos de una política de frente único respecto a los comunistas.
Fue aguerrida su militancia aprista. Participó en alzamientos. En los días de la insurrección de Trujillo estuvo a punto de ser fusilado. Sufrió prisiones, torturas y, finalmente, destierro: por participar en una conspiración.
En Chile, en el exilio, creó sus principales textos narrativos, en particular El mundo es ancho y ajeno. Pertenezco a la generación que leyó esa novela cuando era un libro prohibido. Nunca antes o después ha ocurrido eso con una obra literaria. En la sección nocturna del Colegio Nacional Alfonso Ugarte circulaba la edición interdicta, sucia de manos diversas.
Creo que esa obra presenta la epopeya de comuneros y mineros en una fase, no de defensiva, sino de contraataque; no de padecimiento pasivo, sino de osado coraje.
Yo tenía 15 años cuando leí por primera vez la gran novela. Recuerdo que me estremeció la escena del capítulo XIII en la que el gringo socialista Jack y su ayudante encabezan el entierro de ocho mineros asesinados por la represión. Ambos entonan un canto que sólo ellos conocen. “Era un canto bronco y poderoso que azotaba el desfile como un viento cargado de mundos”.
Era, sin duda, La Internacional.
Como Stendhal, quien pronosticó: “Ganaré mi juicio en apelación”, Ciro arriba en buena salud a su nuevo siglo. Hoy le rinden homenaje hasta quienes ayer lo negaban o calumniaban. En la izquierda radicaloide han circulado revistillas que se apropian de las injurias del Apra y la derecha cavernícola contra Ciro. Hasta insinúan que apoyó la represión contra el Apra, tras el fracaso de la insurrección del 3 de octubre de 1948.
César Lévano. (Diario La Primera - 04-XI-2009)

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Etiquetas: Ciro Alegría: peruano del mundo ancho y ajeno

Las idas y los retornos de Alejandro Benavides

lunes, 2 de noviembre de 2009

IDA Y RETORNO AL MAR
Treinta años tuvo que esperar el escritor y editor Alejandro Benavides Roldán para ver publicado el poemario con el que ganó los Juegos Florales de la UNT en el año 1976. "Ida y retorno al mar" se llama el libro que hace tres décadas encandiló no sólo al jurado, sino también a los lectores, pues muchos de aquellos poemas fueron publicados aisladamente en revistas literarias, cimentando una merecida fama por su calidad lírica.

Hoy el libro ya es una realidad, pues ha sido editado en una pulcra edición realizada justamente por Papel de Viento Editores.
"Desde mi punto de vista la poesía no puede ser sino producto de la experiencia directa de la vida. Aquí no valen las experiencias de terceros sino como simple información y apoyo", afirma Alejandro Benavides, quien nació en Santiago de Chuco en 1955.
Sobre el libro, comenta que "Ida y retorno al mar" reune sus poemas escritos entre 1973 y 1975. De manera anecdótica cuenta que él no sabía que el libro había sido presentado a los Juegos Florales por su profesor y amigo Eduardo Achútegui, en circunstancias en que Benavides había viajado a Lima para realizar sus prácticas pre profesionales. "Cuando dieron los resultados yo fui el mayor sorprendido, porque no sabía nada. Agradezco este valioso gesto de amistad de Eduardo que asumió, en silencio, todo lo que implica hacer llegar un trabajo al jurado y, si no pasaba nada, posiblemente nunca me hubiera enterado", expresa Benavides.
Confiesa además que el libro tuvo siempre "innumerables promesas de publicación, desde la Universidad -que nunca cumplió- y algunos amigos editores a los cuales las circunstancias y la economía no hicieron posible", dice. Anota que se vio obligado a publicar el poemario "a insistencia de mi amigo el poeta Bethoven Medina". "Creo, sin temor a equivocarme, que es gracias a su insistencia, que ahora ve la luz". Benavides un multifacético hombre de cultura. Antropólogo Social egresado de la UNT en 1982, es además artífice de "Papel de Viento Editores". Ha tenido una labor como actor y director teatral. Dirigió Kjenko-Taller de Teatro Art de la UNT entre 1978 y 1991. El año 2003 ganó el I Concurso de Cuentos en el marco de la I Feria del Libro de Trujillo, organizada por la Asociación Trujillo, Arte y Literatura (ATAL) con el cuento "Vicentito Cabral".

Publicado por Luis Enrique Plasencia Calvanapón en 14:26 1 comentarios  

Etiquetas: Alejandro Benavides: Ida y retorno al mar

Ciro Alegría y Joyce: César Hildebrandt


LA ISLA DE LOS LIBROS

Si me fuera impuesto recluirme en una isla con unos pocos libros –tan pocos que pudieran contarse con los dedos de una mano-, pues me sentiría muy desdichado porque son muchos más los libros de mi querencia y algo de traición tendría el hecho de tener que elegir a sólo cinco.
No he tenido una vida sedentaria ni mucho menos, pero tengo la impresión de que si contara las horas que tomé para leer ese tiempo sumaría bastantes más días de los que dediqué a muchas otras cosas.
Gracias a los libros sé de países que nunca hubiera podido conocer y de atmósferas que no podía ni siquiera imaginar y de infamias que no se me habrían ocurrido y de amores que sólo brillan cuando se los contempla por escrito.
Mucho de mi vida viene de los libros y eso es algo que no me produce ningún remordimiento. Me perdí muchos tumultos y no estuve en las bodas de los importantes, pero leí como un poseso y pasé junto a Raskolnikov y le vi las ojeras recién cavadas.
Renuncié a decenas de asuntos por los que otros se desviven, pero sé de qué color tenía las enaguas Emma Bovary cada vez que salía a amortizarse y ese consuelo pequeñajo me conforma.
Pero si se tratara de nombrar a algunos de los libros que me llevaría a esa isla, no dudo en decir que uno de ellos sería el Ulyses de Joyce y otro, modestamente, El mundo es ancho y ajeno, de Alegría.
Nunca he podido explicar la primera impresión que me causó el libro de Joyce. Si fuera un mentiroso cósmico diría que alguien me raptó y me llevó en un platillo al Ganímedes de la literatura, es decir al Dublín de 1904.
Para ser más precisos: a las horas que van de las 8 de la mañana del jueves 4 de junio de 1904 a las 2 de la madrugada del viernes 5, que eso es lo que dura la jornada al alimón de Bloom y Dédalus.
Secuestro más que lectura, al Ulyses no había que leerlo solamente. Había que internarse en él durante algunos meses –un verano entero por lo menos- y padecerlo, como si de una maestría de lector se tratara.
Hablando del poderío y la influencia del Ulyses, el gran T.S. Eliot escribió: “Quisiera, egoistamente, no haberlo leído”. Y el crítico Edmund Wilson afirmó: “Desde que he leído Ulyses la calidad de los demás novelistas me parece insoportablemente floja y descuidada”.
Ese monstruo genial llamado Nabokov idolatraba a Joyce, tanto como Pound. Y uno que nunca lo quiso, como Orwell, admitió que Joyce, al describir la corriente de la conciencia, había descubierto “una América que todo el mundo tenía delante de sus narices”.
Bueno, yo no sabía nada de esto cuando leí el Ulyses. Era un lector palurdo, presuntamente precoz y lo suficientemente loco como para sacrificarlo todo con tal de leer lo que me cayera. Nunca pude volver a leer con la condescendencia de antes. Y nunca dudé de que la ironía en relación a “las grandezas del hombre” –algo que había aprendido con Joyce- me acompañaría siempre.
Y he mencionado El mundo es ancho y ajeno porque hace unos días el señor Bryce, que escribió hace muchos años una excelente novela titulada Un mundo para Julius, se ha atrevido a menospreciar a Alegría y a ponerlo en un sarcófago.
Pobre Bryce. No sabe que el cholo Alegría está más allá del veneno anecdótico de un escritor menor. Menor no sólo frente a Vargas Llosa. Menor frente al propio Alegría.
Alegría no tuvo el desgarro de Arguedas y es seguro que en La serpiente de oro y aun en Los perros hambrientos su estilo puede discutirse. Pero El mundo es ancho y ajeno fue y será un referente monumental de la literatura peruana y quienes hayan leído a Alegría saben de qué hablo.
Volviendo a lo de la isla, lo he pensado bien. No iría con cinco libros. Naufragaría en la travesía llevando parte de mi biblioteca en la barcaza.
Porque no podría vivir sin abrir, de vez en cuando, aquella Nada de Carmen Laforet, o aquel Galíndez de Manuel Vázquez Montalbán, o algún libro de Wilde, o un poco de Westphalen y siempre Conrad y definitivamente Cortázar y Moro y Vallejo y Góngora y la Woolf.
¡Que se vayan al diablo con eso de los cinco libros! Moriría como traté de vivir: en desacato.

Publicado por Luis Enrique Plasencia Calvanapón en 6:52 0 comentarios  

Etiquetas: Ciro Alegría: peruano del mundo ancho y ajeno

Ciro Alegría en el recuerdo: al pueblo lo que es del pueblo

sábado, 31 de octubre de 2009


LOS CUENTOS ORALES DE CIRO ALEGRÍA EN SUS PRIMERAS NOVELAS CLÁSICAS

1. INTRODUCCIÓN
En sus tres novelas clásicas ("La serpiente de oro" (1935), "Los perros hambrientos" (1939) y "El mundo es ancho y ajeno" (1941), Ciro Alegría (Huamachuco, 1909-Lima, 1967) recoge 15 cuentos orales, de los cuales cuatro pertenecen a la primera, seis a la segunda y cinco a la tercera. De ellos, los 10 primeros, por su dicción oral, su estilo coloquial, cuyo narrador anónimo o conocido testimonia la trasmisión oral de los cuentos por generación, se cíñen estrictamente a esta versión.
Mientras que en los cinco últimos de "El mundo es ancho y ajeno", a pesar de que el narrador oral anónimo o conocido está presente, como Amadeo Illas, el comunero de Rumi y el único indígena verdadero de todos los narradores, que, entre otros, sabía contar muy bien las fábulas morales "Los rivales y el juez" y "El zorro y el conejo", de gran memoria en el mundo andino donde se desarrolla la novela; el estilo narrativo ya no es oral, sino literario; los cuentos ya no son hablados, sino escritos; y gracias a ese paso del mundo analfabeto al de saber leer y escribir, el cuento oral, por el aporte estético que hace el escritor al tema narrado, se enriquece y cualifica; y, aunque no merma el valor estético de la versión oral, porque hasta se nota una sana competencia entre los narradores, el estilo literario sería el más adecuado para que los cuentos orales emigren del campo a la ciudad.

2. EL NARRADOR ORAL
Ciro Alegría, en "La serpiente de oro" (1) dice que: "En las agrestes soledades puneñas la palabra rueda de boca en boca y cada relato pasa de los padres a los hijos y a los de los hijos hasta nunca acabar. Cuando los hombres de la serranía abren sus bocas, aparecen jirones irrevelados de épocas lontanas con toda su frescura y su propio sabor. El relato es cifra, letra, página y libro. Pero libro animado y vivo" (2). Y en "Los perros hambrientos" (3) agrega: "Dicen que, de día, la coca acrecienta las fuerzas para el trabajo. De noche, por lo menos al Simón, le aumentan las ganas de hablar. A otros, en cambio, los concentra y torna silenciosos. Es que él era un charlador de fibra. Pero esto no quiere decir, desde luego, que fuera un charlatán. Al contrario: era capaz de hondos y meditativos silencios. Pero cuando de su pecho brotaba el habla, la voz le fluía con espontaneidad de agua y cada palabra ocupaba el lugar adecuado y tenía el acento justo" (4).
Vemos entonces que es la palabra, el verbo oral y escrito el único vehículo de expresión estética que une y diferencia al cuentista oral del literario. Pero, el primero, analfabeto, o semi analfabeto, como en los casos de don Roberto Cava Noriega, el hacendado de Salpo que nació en 1873 y murió en 1969, que, según Saniel Lozano Alvarado, en su libro "Cuentos de mi padrino y otras mentiras" (5), publicado el 2004 en Trujillo, dejó 15 cuentos orales; y del famoso Tío Lino León nacido en la provincia de Contumazá en los albores del siglo XIX y autor del cuento "El zorro y el conejo" (6) que Ciro Alegría incluye en el capítulo XX de "El mundo es ancho y ajeno" (7), que coincidentemente alcanzáron sólo el tercer año de primaria.
Pero, Silverio Cruz, Matías Romero, Simón Robles, Crisanto Julca y Amadeo Illas, cuentistas analfabetos de "La serpiente de oro", "Los perros hambrientos" y "El mundo es ancho y ajeno", son de provada fidelidad, oficio y fama. Además, Matías Romero y Simón Robles ofician de personajes principales de las dos primeras novelas; aunque es, sin duda, Simón Robles, de "Los perros hambrientos", el cuentista oral más versátil por los cuatro cuentos que de él se recoge en esta obra. Luego está Amadeo Illas de "El mundo es ancho y ajeno" con sus dos fábulas morales, pues los otros narradores sólo se dan a conocer cuando es propicia la ocación, con un sólo cuento.
Y a ellos hay que agregar al Pancho, ese pastor adolescente que aparece en el primer capítulo de "Los perros hambrientos", que tocaba su antara y luego le cuenta a su amiga la Antuca esa escalofriante historia de "El Manchaipuito". Y, también, a los bandoleros Crisanto Julca, de "Los perros hambrientos"; Julio Contreras, el Mágico, de "El mundo es ancho y ajeno"; y Riero, el corrido, de "La serpiente de oro", que cuentan sus historias, sus aventuras vivenciales.

3. EL NARRADOR LITERARIO
El primer cuentista literario que aparece en "La serpiente de oro", es, sin duda, don Osvaldo Martínez de Calderón, el único intelectual de la novela, ingeniero de minas de profesión que un día inesperado llega a casa de don Matías Romero, personaje principal de la obra desarrollada en Calemar, caserío colindante al río Marañón, para hospedarse y contar después la historia de "La quemada". Y el otro es Ciro Alegría que, en "El mundo es ancho y ajeno", sustituye totalmente a Amadeo Illas para aplicar las técnicas narrativas del cuento literario, transformando así el verbo oral en palabra escrita, de acuerdo a la Academa de la Lengua Española, que no sólo elimina los modismos, los dejos y los barbarismos del lenguaje oral, analfabeto, que es característica peculiar del cuentista oral andino; para, podríamos decir, hacer que el cuento emigre del campo a la ciudad. O, en términos estéticos, enriquecerlo sustantivamente allanándole el camino a la posteridad.
Pero, Ciro Alegría, en "El mundo es ancho y ajeno", no sólo sustituye a Amadeo Illas, el comunero de Rumi y el único indígena verdadero de todos los narradores orales de sus tres primeras novelas clásicas, sino también hace hablar literariamente al cuentista oral anónimo de Canuco, paraje de la Selva tropical, donde "mientras la luna platea las copas de los intensos árboles y las aguas de los ríos inmensos, el ayaymama canta larga y desoladamente. Para decir: "Ay, ay, mama". Es un pájaro al que nadie a visto y sólo es conocido por su canto. Y ello se debe al maleficio del Chullachaqui" (8), que cuenta precisamente esta leyenda. Además, Ciro Alegría, al poner en boca de Amadeo Illas los cuentos literarios "Los rivales y el juez" y "El zorro y el conejo", se da a conocer como tal con todas sus dotes y cualidades necesarias para enriquecerlos sustantivamente y allanarles el camino a la posteridad; sin que ello signifique, lógicamente, que la narración oral sea inferior a la literaria, pues el mundo cultural andino analfabeto tiene su propio cauce, y es, como el río Marañón, la verdadera "serpiente de oro" de la cual se enriquece el mundo literario de quien sabe leer y escribir, como lo demuestra don Osvaldo Martínez de Calderón, el limeño que en Calemar no sólo aprende a coquear, sino también a contar la historia de "La quemada".

4. LA PROPIEDAD INTELECTUAL
Pero, en lo que ha propiedad intelectual se refiere, si bien Ciro Alegría no sólo reconoce, destaca y resalta las cualidades o dones innatos de cada uno de los cuentistas orales de sus tres novelas clásicas, en ellos, ciertamente, no existe el derecho de autor. Primero, salvo los tres bandoleros que narran sus experiencias personales y como a tales se les puede atribuir autoría, porque los cuentistas de "La serpiente de oro", "Los perros hambrientos" y "El mundo es ancho y ajeno" no son autores de "sus" cuentos, sino sólo trasmisores de ellos, continuadores de una tradición oral que se repite en cada generación; y que además, estos cuentos, originalmente hablando, si bien pudiéron ser creados (y de hecho lo fuéron) por un fabulador eximio, hace ya décadas o cientos de años, por lo cual, al ser trasmitidos oralmente, se ha perdido la autoría; y no sólo ella, sino, casi generalmente, también el texto del tema original que, paulatinamente, ha ido modificándose a favor o en contra de la versión original.
Y, segundo, porque a quienes Ciro Alegría les otorga cualidades innatas de narrador, como a Silverio Cruz, Matías Romero, Simón Robles y Amadeo Illas, además de él mismo que participa en realidad como narrador oral y literario en sus novelas, diferenciándose obviamente de ellos sólo cuando cuenta en "El mundo es ancho y ajeno" al usar precísamente el estilo literario profesional, pero no comete el error de atribuirles derechos ajenos, como sí lo hiciéron, por ejemplo, don Roberto Cava Noriega y su hijo Rodrigo, que, por ser hacendados de Salpo, se atribuyéron la propiedad intelectual de siete cuentos originales del Tío Lino León (9), demostrando así, Ciro Alegría, sobre el cuento "El zorro y el conejo", cuyo autor es el Tío Lino, comprobado por la edición de, entre otros libros, "Cuentos de Tío Lino y Otros Cuentos" (10) de Juan Luis Alva Plasencia, pp. 25 y 26; que "respetos guardan respetos", o sea, que ni Amadeo Illas ni Ciro Alegría se apropian de lo ajeno. Y, aunque no indican al autor de este y los otros cuentos orales y literarios, por desconocer de quién provienen, sí dicen que son "cosas quiun cristiano debe tenelas presente" porque son "historias que nosotoros no olvidaremos jamás y que diremos a nuestros hijos con el encargo de que la repitan a los suyos, y así continúe trasmitiéndose, y nunca se pierda" (11), con lo cual recálcan su compromiso de meros trasmisores culturales.
Esto también se verifica al leer los dos cuentos que narra Amadeo Illas, "Los rivales y el juez" y "El zorro y el conejo" de "El mundo es ancho y ajeno", porque Ciro Alegría, al darnos la versión literaria de esos cuentos a través de Amadeo Illas, demuestra que, primero, en boca de este indio analfabeto, no debiéron ser contados de esa manera, porque eso testimonia el nivel intelectual que ciertamente Amadeo Illas no tenía y por ende no sabía hablar con las cualidades linguísticas de una persona profesional en la materia. Y, segundo, que el narrador literario, demostrando sus cualidades profesionales, demuestra también que la propiedad intelectual como creador de esos cuentos, no le corresponde, aunque sus derechos estéticos y narrativos estén plénamente demostrados. Y lo mismo ocurre en el caso de don Osvaldo Martínez de Calderón, que cuenta "La quemada" con sus propiedades idiomaticas de limeño intelectual, reconociendo sí de quién proviene la historia, ajena por cierto a su idiosincrasia pero "apropiada" para contarla cuando es menester. Por eso, salvo a los tres bandoleros que se les puede atribuir propiedad intelectual de sus historias vivenciales, los demás narradores, orales y literarios, no tienen por qué reclamar derechos de autoría que no existen.

5. EL TIPO DE CUENTO
De los 15 cuentos que hay en las tres novelas clásicas de Ciro Alegría, cinco son leyendas, tres fábulas y siete sucesos históricos o aventuras vivenciales, que pueden ser acaecimientos personales o referencias históricas ajenas, pero que por su riqueza y variedad temática merecen ser contadas como tales. Así, "La quemada", de don Osvaldo Martínez de Calderón, "El Manchaipuito" del Pancho, "Gueso y Pellejo" de Simón Robles, "La culebra con soroche" de Julio Contreras, el Mágico, y "Basta de amor, madrina" de autor anónimo, son cuentos que, no por circunstanciales y anecdóticos, o por históricos y vivenciales, dejan de ser meritorios, propios de contar.
Así, pues, de las leyendas y las fábulas, "La muerte de los pajaritos", de Silverio Cruz; "La sombra del puma" y "El zorro blanco", de Simón Robles; "Los rivales y el juez" y "El zorro y el conejo", de Amadeo Illas; y "El Ayaymama", de autor anónimo, pertenecen al reino animal. Además de "Gueso y Pellejo", de Simón Robles, y "La culebra con soroche", de Julio Contreras, el Mágico. Y de ellos, en lo que a fábulas y leyendas morales y cristianas se refiere, están "Cómo el Diablo vendió los males por el mundo", de Matías Romero; "La sombra del puma", "El consejo del Rey Salomón" y "El zorro blanco", de Simón Robles; y "Los rivales y el juez" y "El zorro y el conejo", de Amadeo Illas; además de "El Ayaymama", de versión anónima.
Por ende, de las cinco leyendas y tres fábulas, siete de ellas son de caracter moral y religioso, cuyo cristianismo, en este caso, al incidir en los valores éticos y morales, a veces conservadores y hasta retardatarios, como en el caso de "El consejo del Rey Salomón" y "Cómo el Diablo vendió los males por el mundo", y a veces educativos y culturales, como en el caso de "Los rivales y el juez" y "El zorro y el conejo", o a veces irónicos, sarcásticos y jocosos, como en el caso de "La sombra del puma" y "El zorro blanco", o trágicos y míticos, como la leyenda de "El Ayaymama", son, pues, ejemplos, no sólo del arraigo doctrinario cristiano de los cinco siglos de dominio cultural que sufre el poblador andino, sino también su contradicción interna que debido a la existencia histórica de la lucha de clases se vuelve una parte de ella progresista al usar la ironía y el sarcasmo como arma de doble filo que usa el combatiente popular, y que es menester revalorar.
Además, de los cuentos de sucesos históricos o acaecimientos personales, los que más reclaman justicia son "La quemada", "El Manchaipuito", "Gueso y Pellejo", "La culebra con soroche" y "Basta de amor, madrina", entre otros. Y, como es de suponer, si unos sobresalen más que otros, es, a veces, debido a las cualidades narrativas y al gusto estético del buen narrador oral o literario, que siempre será más sustancial y cualitativo en comparación al cuentista ocacional; como, por ejemplo, Riero, el corrido, del capítulo 18 de "La serpiente de oro", o Crisanto Julca de "Los perros hambrientos", capítulo nueve, y Julio Contreras, el Mágico, de "El mundo es ancho y ajeno", capítulo tres, cuyas características de estos cuentistas de ocación es que los tres son baldoleros de oficio, pero en sí los dos últimos tienen más experiencia narrativa que el primero, por lo que sus cuentos aspiran a perdurar, a grabarce en la memoria popular. Y, si de elegir se trata, por sus cualidades temáticas y literarias, yo prefiero de ellos, en primer lugar, a "El Manchaipuito" y "Basta de amor, madrina"; y en segundo lugar, "Gueso y Pelllejo" y "La culebra con soroche", que, obviamente, completan mi colección.

6. EL ESTILO LITERARIO
El hecho mismo de hablar de literatura oral y literatura escrita, indica ya dos métodos, dos estilos literarios que expresan fehacientemente el modus vivendi y cultural de dos mundos o dos sociedades económicas y políticas totalmente distintas, porque el mundo de la literatura oral, a diferencia del mundo de la literatura escrita, es de democracia participativa, de idiosincrasia cultural colectiva, donde, a través de la palabra (o diría mejor del verbo oral) y la música, el canto y la danza, así como el trabajo colectivo de la minga y todas las fiestas andinas que sobreviven del pasado incaico y se renuevan tradicional y colectivamente durante la Colonia y la República, hablan bien de ese socialismo agrario que tiene todavía la fuerza suficiente y necesaria para enraizarse, como ya lo viene haciendo desde los albores de la clase obrera peruana, en el mundo laboral de la nueva sociedad capitalista dependiente en que vivimos.
Y si bien este mundo literario oral es analfabeto y semi analfabeto, por ser todavía colonia del mundo occidental y cristiano que ha impuesto al mundoa andino, además de una cultura individualista y tiránica, un idioma bien hablado y escrito, como es el castellano, a pesar de la destrucción idiomática del quechua y las lenguas nativas (de las cuales algunas sobreviven todavía como en el caso de las lenguas de la Selva y el mundo aimara) ocurrida durante estos últimos 500 años de oprobio cultural, el socialismo agrario del mundo andino, al emigrar del campo a la ciudad durante el siglo XX, no sólo está ya alfabetizándose y, por ende, reconstruyéndose en una etapa superior con el aporte socialista de la clase obrera moderna, sino que además la pequeña burguesía y parte de la clase media peruana están también inculcándole su sabia andina, porque son, en un buen porcentaje, hijos de emigrados y defensores por ende de la cultura andina, debido a la necesidad de la identidad nacional peruana.
Esto, lógicamente, desde el punto de vista estrictamente literario, tiene sus consecuencias, porque la cultura andina, durante el siglo XX, ya no se trasmite sólo oralmente, sino también literariamente. O sea, que apropió ya la escritura del idioma castellano para adaptarse al mundo moderno y seguir su derrotero histórico, el cual es, junto a la clase obrera, instaurar otra vez el socialismo en el Perú. De ahí que Ciro Alegría, como José María Arguedas, César Vallejo y Mario Florián, sólo por citar a algunos de esa generación, cumplen bien su papel de trasmisores orales y literarios, además de recreadores de ese mundo andino que durante el siglo XX no sólo bajó a la Costa, sino que también invadió la Selva y los altos estratos sociales del mundo dominante.
Así, pues, la literatura escrita, ahora científicamente ya comprobado, sirve bien a los intereses de la cultura oral, que es, claro está, retrasmitir todo el mundo andino agrario y socialista, al mundo moderno, capitalista dependiente en que vivimos, donde, entroncado en la clase obrera y la pequeña burguesía, seguirá su derrotero histórico hacia el socialismo científico que los obreros, campesinos y profesionales del siglo XX y del XXI estámos empeñados en construir. He ahí la importancia del estilo literario para la narración oral andina. Y fue, obviamente, Ciro Alegría, en La Libertad, el primero en usar este estilo, que ya había experimentado previamente en "La serpiente de oro", con don Osvaldo Martínez de Calderón, el único imtelectual de la novela, para, en "El mundo es ancho y ajeno", sin escrúpulo alguno, sustituir a Amadeo Illas y al narrador oral de la Selva, y contarnos así, literariamente, esos tres hermosos cuentos ajenos ("Los rivales y el juez", "El zorro y el conejo" y "El Ayaymama"), que son ya, sin duda, clásicos en la narrativa oral peruana del siglo XX.
Entonces, pues, los estilos literarios orales y escritos que durante el siglo XIX andaban todavía divorciados, en el XX se entrelazan y constituyen un sólo estilo literario, una sola pluma que redacta en verbo oral y en palabra escrita, asimilando el uno al otro para mostrarnos no sólo que tal es ya la sociedad en que vivimos, sino que, necesariamente, sólo uniéndose genéticamente era posible "peruanizar al Perú", como dijo Mariátegui. Y si bien, ahora, en los albores del siglo XXI, todavía percibimos las diferencias existentes entre el mundo oral campesino analfabeto y semi analfabeto y el mundo literario dominante de saber leer y escribir en castellano, afirmamos ya que escritores nuestros, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XX para adelante, por descender del mundo andino, hacen ya una literatura andina estrictamente literaria, pero inbuída sí en esa hermosa tarea que nos toca cumplir, que es "peruanizar al Perú". Tarea que, por cierto, en La Libertad, la inciáron ya César Vallejo y Ciro Alegría, los dos paradigmas de la literatura peruana y universal.

7. LA PROSA ORAL Y ESCRITA
Ciro Alegría, en "El mundo es ancho y ajeno", escribe: "-¿Sabes? Las mujeres son como las palomas en el monte. Tú vas al montal con tu escopeta y ves una mancha de palomas y no sabes cuál vas a cazar. Claro que el que es muy guen cazador, o tiene guena carga en la escopeta, mata varias. Pero ponte el caso del que mata una. Ese apunta con cuidado, pa no perder el tiro. A veces, onde está apuntando, la paloma da un salto, cambia de ramita y se pierde entre las hojas. Y también pasa que onde estuvo la que le apuntaba, llegó otra que venía po atrás o de un lao... ¡Pum¡, ¡ésa jué la que cayó y tú le apuntabas un ratito antes onde otra¡ ¿Ya ves? Lo mesmo pasa con las mujeres. Tú veías mujeres y vinites por una y te salió otra... No es cosa pa decir que uno halló la que buscaba... Ya te digo que las mujeres son como las palomas en el monte..." (12).
Este hablar de Inocencio, el vaquero de Rumi, que todas las mañanas estaba encargado de ordeñar a las vacas lecheras de la Comunidad, demuestra, primero, que el habla del analfabeto y del letrado están ya íntimamente unidos, pues, incluso, la expresión oral analfabeta se reduce sólo a fraces y palabras como "guena", por buena; "pa", por para; "onde", por dónde; "po" es por; "lao" es lado; "jué" es fué y "vinites" es veniste, etc., mientras que el buen decir del castellano oficial, completa el texto en mensión. De ahí que, por la escritura hecha por Ciro Alegría, no se puede afirmar que el vaquero Inocencio, de la Comunidad indígena de Rumi, donde todos sus habitantes eran analfabetos, pues hasta el Alcalde Rosendo Maqui, que fue el primero en luchar para que en su comunidad haya escuela, la cultura que ahí se impartía era esencialmente oral.
Por eso, Inocencio, que al parecer había aprendido mejor el castellano, pasa, pues, por un semi analfabeto, superior a sus congéneres, al cual se le puede atribuir la educación primaria completa; porque, ciertamente, en las primeras décadas del siglo XX todavía no existía en el mundo andino la educación secundaria, por lo que los que querían superarse y hacerse de una profesión, tenían que necesariamente emigrar del campo a la ciudad. Así, tratándose de Inocencio, que todavía no había salido de su comunidad nativa, es ilógico creer que haya alcanzado tal grado de estudios, o, incluso, tal perfeccionamiento del habla castellana, por lo que Ciro Alegría es el culpable, podríamos decir así, de este "desarrollo" cultural que pretende tener el vaquero Inocencio.
Más, si tenemos en cuenta que en el Norte del Perú los idiomas nativos -y particularmente el quechua- desapareciéron antes o con el advenimiento de la República, entonces sí es lógico pensar que efectivamente el habla castellana estaba ya en un buen nivel en la región de La Libertad, aunque todavía nos quede cierta suspicacia de ello. Y es un buen testimonio de cómo en el Perú, y particularmente en el Norte, se venía luchando contra el analfabetismo: asimilando el castellano a nuestra idiosincrasia cultural. Por eso, en nuestra región, ser analfabeto o semi analfabeto no quiere decir necesariamente que ello implique no hablar bien (o regularmente) el castellano, como lo demuestran una serie de escritores nacidos o residentes en La Libertad, que no ejerciéron o no ejercen profesión alguna, pues ser autodidácta es, por las características de nuestra sociedad, una forma más de progresar intelectualmente. Y de ello tenía conciencia efectiva Ciro Alegría, que así hacía "progresar" a sus personajes literarios.

8. EL CUENTO ORAL LITERARIO
Bastaría, para ejemplo de lo que es un cuento oral literario, sólo el que narra don osvaldo Martínez de Calderón, en "La serpiente de oro", pp. 126 y 127, porque en "La quemada" el que cuenta ya no es un analfabeto ni un semi analfabeto, sino un intelectual, ingeniero de minas de profesión, y además limeño de nacimiento, que, por eso mismo, hacía notar sus diferencias económicas y culturales, narrando así en tercera persona, que es el estilo más apropiado para contar. Pero también, "Basta de amor, madrina", el cuento de autor anónimo que está en el segundo tomo de "El mundo es ancho y ajeno", p. 170, es un buen ejemplo de cómo ya las clases populares de la costa, que ayer no más emigráron del campo a la ciudad, y sin necesidad de tener estudios superiores, hablan bien el castellano; aunque, obviamente, Ciro Alegría, elimina los modismos, los dejos y los barbarismos del lenguaje oral, analfabeto o semi analfabeto que es característica peculiar del habla popular, andina, costeña y selváticva de este Perú nuestro pluricultural.
Así, en un cuento oral literario, el autor del mismo puede o no hacer hablar a sus personajes con los modismos, los dejos y los barbarismos que, de acuerdo a la región andina, costeña o selvática, procede el personaje; o, aclimatado al ambiente, asimila dicha dicción. Pero ya no será, indudablemente, este decir cotidiano del personaje del cuento literario, similar al del cuento estrictamente oral, narrado por un ser analfabeto o semi analfabeto; primero, porque el narrador oral siempre cuenta (o casi siempre cuenta) en primera persona, aunque la historia a contar corresponda a un ser particular; y segundo, porque este narrador oral desconoce, por falta de uso, el buen decir del castellano, idioma que particularmente en la región Norte del Perú, se ha generalizado ya en la costa y en la sierra.
Mientras que el cuento oral literario, hecho por un profesional en la materia, primero, casi nunca cuenta en primera persona, aunque ello no quiere decir que para determinados cuentos no se deba usar este método; segundo, debido a su oficio, y también a la imperiosa necesidad de "progresar" culturalmente si se trata de un autodidácta, prefiere el buen decir del castellano puro que a la mescla de la oralidad común y corriente.
Pero esto también trae como consecuencia que se puede entender que el autor de ese o tal cuento "desdeña" el habla popular. Y ese "desden" a la cultura obrero-campesina del campo y la ciudad, por ser el autor del mismo un pequeño burgués o de clase media, trae, en literatura, la tara de su clase social, al no identificarse por eso con las clases populares, como es su deber. De ahí que Ciro Alegría, para evitar esta divergencia social y adherirse a las clases populares prefirió, como correspondía a su época, unir la versión oral con la versión escrita y salir así del hoyo cultural en que el Perú se encontraba en ese periodo social. Y tuvo éxito, porque el pueblo obrero y campesino hace tiempo comprendió ya que sólo a través de la unión de estos dos estilos literarios se enrumba hacia el objetivo final: instaurar en el Perú el nuevo socialismo económico, político y cultural.

9. LA RECREACIÓN LITERARIA
Es cierto que cuando un narrador oral cuenta el cuento solicitado, sugerido o elegido para la ocación, no sólo lo dice como lo aprendió, sino que también añade los elementos estéticos, linguísticos y temáticos para darnos su propia versión. Es decir, su aporte recreativo a la creación original; la cual, obviamente, de acuerdo a las cualidades literarias orales del cuentista, enriquecerán o empobrecerán el cuento indicado. Por eso, sucede, a veces, que tal o cual versión oral del mismo cuento suele ser de mayor o de menor calidad, como ocurre también en la narrativa literaria profesional.
De ahí que, "El zorro y el conejo", cuento oral del Tío Lino León que Ciro Alegría incluye en el capítulo XX de "El mundo es ancho y ajeno", enriquecido por las cualidades estéticas, linguísticas y temáticas que añade el escritor profesional a la versión original, es súmamente aleccionador; porque esta versión literaria, sin lugar a dudas, supera no sólo a la versión inmediata oral que Amadeo Illas debió dar dependiendo de su mundo analfabeto medio castellanizado y medio indígena de los albores del siglo XX, considerando además la hipótesis de que este poblador de Rumi, debido también a su aporte estético, linguístico y temático, haya enriquecido considerablemente el cuento al dar su versión; pero la que redacta Ciro Alegría, por ser una versión literaria, profesional, es mil veces mejor.
Y no lo es sólo por el hecho que haya cambiado el estilo narrativo oral por el literario, eliminando así los modismos, los dejos y los barbarismos propios del lenguaje popular, sino porque además, comparando la versión oral que se supone es "original", que nos da Juan Luis Alva Plasencia en su libro "Cuentos de Tío Lino y otros Cuentos", pp. 25 y 26, debido a que en realidad es ya una versión de trasmisión oral, como bien lo dice al aceptar que los cuentos del Tío Lino los oyó contar primero a don Abelito (Poncho) Castillo Zárate, el primer trasmisor oral del siglo XIX al XX de los cuentos del Tío Lino, debido a los años transcurridos, este cuento, de boca en boca ha sufrido también las influencias históricas, positivas o negativas, de su tiempo.
Entonces, si la versión de Juan Luis Alva Plasencia no es ya la versión original, sino la que "heredó" del Tío Abelito Poncho, a la que añadió también su "aporte" recreativo, descubrimos, primero, que en la versión de Juan Luis Alva Plasencia, a diferencia de la de Amadeo Illas, el conejo se ha transformado ya en puma; y, segundo, que la versión de Amadeo Illas, escrita en realidad por Ciro Alegría, es mucho más descriptiva, más rica en calidad estética, temática y linguística que supera, ciento por ciento, a la versión de Alva Plasencia. Y si comparamos estas dos versiones con la que aparece en Puno, en 1997, recogida por Edwin P. Tito Quispe, en su obra "Relatos de la Literatura Oral y Escritura del Altiplano Puneño" (13) y publicado además en la "Antología Comentada de la Literatura Puneña" (2005) de Feliciano Padilla, pp. 31 al 35, descubrimos que, primero, el conejo de Amadeo Illas aquí se transforma en cuy; y, segundo, que la versión puneña es prácticamente una copia casi literal de la que da Ciro Alegría en "El mundo es ancho y ajeno", pero abreviada debido a la extensión y riqueza con que amamdeo Illas cuenta el cuento norteño.
Así, históricamente, el cuento del Tío Lino no sólo ha sufrido uno de sus personajes transformaciones genéticas, sino que además, estética, linguística y temáticamente, ha sufrido también trasmutaciones positivas y negativas que, a decir verdad, a falta de la versión original para revalorarla en su real dimensión, y a costa de la versión "contumacina" que nos da Juan Luis Alva Plasencia, hay que afirmar que sólo la versión de Amadeo Illas (escrita por Ciro Alegría) rescata, en esencia, la verdadera idiosincrasia andina norteña. Esa idiosincrasia ireverente, anecdótica, sarcástica e irónica por antonomacia, que, como parte de sus genes, tiene el poblador andino de los departamentos de Cajamarca y La Libertad. He ahí por qué prefiero plénamente esta versión, además de sus cualidades literarias que ha aportado el escritor profesional.

10. FINAL
Ciro Alegría es, sin duda, el primer escritor profesional que rescata para la posteridad los primeros 15 cuentos que conocemos de la literatura oral de La libertad. Nadie antes de él acopió del mundo andino este bagaje cultural con su auténtica riqueza de costumbre, fábula y leyenda que no sólo es identidad regional, testimonio fehaciente de ese mundo postergado que muestra a los cuatro vientos su existencia, su modus vivendi democrático y popular y su tenaz resistencia andina cultural, sino, también, un pedazo vivo de su idiosincrasia, de su ancestro telúrico y su capacidad recreadora y recreativa al fabular. De ahí su importancia, su valor estético y temático que es menester revalorar.
Pues, debido al aporte de Ciro Alegría, hoy podemos decir que su tarea está siendo continuada por, entre otoros, el sacerdote otuzcano Jesús Calderón Urbina, el popular "Rondel", que publicó en 1969 su libro "Leyendas del Departamento de La Libertad"; también Eduardo Paz Esquerre, en 1990, editó "Tradición oral de La Libertad"; asimismo Saniel Lozano Alvarado y Bety Sánchez Layza, en 1989 publicáron "La tierra encantada: Leyendas de La Libertad"; y Jorge Díaz Herrera y su equipo recopilador, editáron en 1990 "Tradición oral: Departamento de La Libertad" (14), que, obviamente, se incertan en este objetivo y, junto a los demás recopiladores de la costa liberteña, están, pues, reconstruyendo el mundo oral andino que es ya, sin duda, la única alternativa valedera a esta sociedad capitalista dependiente en que vivimos.

NOTAS
9. Ver mi artículo "Los cuentos orales de Saniel", publicado el jueves 12 y el viernes 13 de Julio del 2007, en el diario "Nuevo Norte" de Trujillo.
Diómedes Morales Salazar.

Publicado por Luis Enrique Plasencia Calvanapón en 9:18 2 comentarios  

Etiquetas: Ciro Alegría: peruano del mundo ancho y ajeno

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